Estamos viviendo avances muy significativos en la Educación de 0 a 3 años en los últimos años. Del concepto de guardería (aún se utiliza mucho esta palabra) hemos pasado al concepto de Educación. No obstante, queda mucho camino por recorrer. Las investigaciones aportan información valiosa que debemos conocer para mejorar nuestra práctica docente.
Estudios provenientes de diferentes disciplinas demuestran que los primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo físico, social, emocional y cognitivo. El mayor desarrollo del cerebro ocurre durante los tres primeros años de vida y depende de los genes, pero también del entorno en el que el niño y la niña se desenvuelven. Igualmente, es durante los tres primeros años de la vida cuando se desarrollan las habilidades para pensar, hablar, aprender y razonar, con un gran impacto sobre el comportamiento presente y futuro.
Las ciencias biológicas contemporáneas, y sobre todo la neurología, nos dicen que el sistema nervioso precisa de estímulos externos para poner en marcha las diferentes funciones para las que está preparado. Su desarrollo y posterior evolución dependerá de las oportunidades que se le ofrezcan, el aprendizaje que obtenga y las habilidades y destrezas que ejercite. Así pues, es importante subrayar la relevancia de las primeras experiencias para el desarrollo de todas las capacidades cerebrales.
Hoy podemos afirmar con rotundidad que el desarrollo del individuo está, en primer término, en función de su estado biológico y neurológico en el momento de nacer pero que, a partir de ese momento, las experiencias que le ofrezcamos, las actividades que con el realicemos, van a ser fundamentales para su ulterior evolución.
El Doctor Venter, director de una de las dos compañías que han realizado la investigación del mapa del genoma humano, asevera: “La idea que las características de la personalidad están estrechamente ligadas con el genoma humano se puede considerar falsa. Los hombres no son necesariamente prisioneros de sus genes y las circunstancias de la vida de cada individuo son cruciales en su personalidad”.
Venter confirma lo que desde hace años los docentes de los niños mas pequeños hemos venido defendiendo: para que el niño desarrolle todas las potencialidades que le ha transmitido su herencia genética, es imprescindible que se desenvuelva en un ambiente adecuado y reciba los estímulos precisos.